Gracias a la reactivación de los sistemas productivos de carne y leche, el sector metalmecánico resurge con buenas perspectivas. En la jornada Forrajes Conservados, que se realizó en el INTA Manfredi –Córdoba–, especialistas analizaron tendencias de mercado.
En un claro contexto de reposicionamiento de los precios de los granos y la reactivación de los sistemas productivos de carne y leche, el sector metalmecánico resurge con buenas perspectivas. Los especialistas del INTA analizan la evolución del mercado.
Para Mario Bragachini, especialista en agregado de valor del INTA Manfredi –Córdoba–, “el silaje es la tecnología que revolucionó la producción de carne y leche en nuestro país” y, en este sentido, se observa una gran evolución de la superficie destinadas a silaje de maíz, sorgo y pasturas, que indica una evolución hacia sistemas más intensivos de producción”.
Según datos del INTA, en la campaña 93/94, se ensilaron unas 80 mil hectáreas de maíz y sorgo, de las cuales el 90 % era picado grueso con baja calidad. 25 años después, esta superficie se incrementó exponencialmente para alcanzar, en la actualidad, casi las 2 millones de hectáreas.
En línea con esta cifra, Bragachini analizó: “Gran parte del crecimiento del silaje se justifica por el incremento en la participación de las dietas que fue de un 15 a un 50 % y su tiempo de uso pasó de ser estacional a constante”. Esto, a su vez, permitió aumentar la carga animal y, por ende, la producción de litros de leche o kilos de carne por hectárea.
Actualmente, se trabaja con picadoras con cabezales de corte y de cilindro que realizan un corte perpendicular al eje de rotación para lograr el denominado picado fino de precisión, con un tamaño teórico de corte de hasta 10 milímetros.
“Otro hecho que acompañó esta revolución forrajera fue la adopción del silobolsa y de silo bunker bien tapados y compactados, que dejaron atrás los viejos silos puentes”, explicó el especialista de Manfredi, al tiempo que señaló que “en la actualidad, gracias al avance tecnológico que se produjo en el último período en cuanto a embolsadoras, el 76 % del material picado se almacena en silobolsa y el 24 % restante en silo bunker”.
En tanto, Federico Sánchez –técnico del INTA Manfredi– aseguró que las picadoras autopropulsadas vendidas en la Argentina son de última generación de mayor potencia y mayor capacidad operativa con una serie de equipamiento hidráulico-electrónico, como así también hardware conectado a actuadores con software específicos.
“Esto permite la automatización del funcionamiento, mantenimiento y regulación de las picadoras en el campo”, puntualizó.
Un claro ejemplo de la expansión del silaje es el incremento del 79 % en las ventas interanuales 2016 y 2017, momento en el que se busca de procesar granos con mayor contenido de materia seca para aprovechar el almidón del grano, o bien, para contar con una herramienta que permita confeccionar silos de calidad cuando el cultivo se pasa de su período óptimo. “De las 58 máquinas que se comercializaron en 2017, 24 estaban equipadas con el sistema de cracker de nueva generación”, señaló Sánchez.
En cuanto al mercado argentino de embolsadoras de forrajes, el técnico aseguró que se caracteriza por una “fuerte presencia de los productos de origen nacional y posee un comportamiento irregular en cuando a las unidades comercializadas anualmente”, tendencia similar a la registrada en el mercado de picadoras autopropulsadas, que encuentra en el contratista forrajero a su principal usuario.
En esta línea, especificó que “en la actualidad, el parque está integrado mayoritariamente por máquinas de 10 píes, mientras se destacan desde hace cuatro años los modelos de 12 píes”. También se comercializan embutidoras accionadas por TDP (sin motor y para bolsas de seis pies), una tecnología destinada a productores de menor escala.
De acuerdo con Gastón Urrets –especialista en maquinarias del INTA Manfredi–, “los precios traccionan y alientan la actividad y la adopción de tecnología en sectores como la recría, en donde se hace fundamental contar con oferta de forraje estable en calidad y cantidad con altos niveles de proteína y fibra digestible), a lo largo del tiempo”.
En este sentido, el especialista no dudó en asegurar que, por consiguiente, “la demanda de rotoenfardadoras con buena capacidad y calidad de trabajo seguirá estable y en crecimiento, aún en zonas donde no se cultiva alfalfa, como las del norte del país”.
“El repunte de las ventas en 2017 en más de un 35 % en rotoenfardadoras indican que los rollos seguirán ocupando un papel central, dado el menor costo de estos equipos, la facilidad de manejo y la disponibilidad de equipamiento complementario para el transporte, almacenamiento y suministro de los rollos”, sentenció Urrets.
Un indicador que apoya esta teoría es el mercado de mixer verticales o procesadores de fibra en forma de rollos, el cual se mantuvo con un promedio de 1.200 unidades a lo largo de los últimos años, con 23 modelos de estas características presentes en el mercado.
Las megaenfardadoras y las rotoenfardadoras no compiten entre sí, ya que ocupan distintos nichos del mercado de henificación, principalmente por diferentes costos de adquisición y capacidades de trabajo. “Las primeras están destinadas a un mercado más industrial o de venta de insumo, mientras que las segundas están destinadas a productores o contratistas más locales”, especificó Sánchez.
Nuestro país dispone de un parque activo de 195 megaenfardadoras, de las cuales 170 unidades trabajan sobre cultivo de alfalfa y henifican 900 mil toneladas al año en forma de megafardo, cifra que equivale al 18 % de la producción total de heno.
En cuanto al mercado de equipos de henificación, Sánchez aseguró que “la adopción de este tipo de tecnologías en los sistemas de confección de heno en la Argentina siempre estuvo limitada por la poca cultura en la obtención de calidad que se tiene”.
De acuerdo con el especialista, la Argentina es un actor relativamente nuevo y, aún marginal, en el mercado internacional de heno. “Sin embargo, se ve un comportamiento muy dinámico, con una expansión de las exportaciones en pocos años”, aclaró.
Por su parte, el técnico de Manfredi aseguró que “la Argentina es uno de los países de menor venta de cortadoras a discos con acondicionador en la región en relación a la cantidad de rotoenfardadoras y al stock ganadero nacional”.
En referencia a las segadoras, Sánchez especificó que desde que desembarcaron en el país en 1993, nunca lograron instalarse fuertemente en el mercado, encontrando como principal competencia a las desmalezadoras tipo hélices.
Un ensayo desarrollado por INTA demuestra que al utilizar una segadora se obtiene una diferencia productiva de 5.263 Mcal/ha/año adicionales para producción, que se puede reflejar en 283 kg de carne extra anual o, en el caso de los tambos, puede alcanzar un plus de 1.425 litros de leche por hectárea por año.