Por sus márgenes brutos, el cultivo se ha vuelto una opción rentable dentro
de la rotación aportando mucha estabilidad en los resultados. Así lo aseguraron dos
asesores que expusieron sus posiciones en un taller de ASAGIR en Pehuajó, dejando
algunas recetas agronómicas para sacarle el máximo potencial al girasol.
El oeste de la provincia de Buenos Aires es una de las regiones que ha experimentado el mayor crecimiento en superficie de girasol. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el cultivo ocupó 110.000 hectáreas en la región norte de La Pampa y oeste de Buenos Aires durante la campaña 2017/18. Ahora se espera que la nueva siembra se extienda a 140.000 hectáreas. ¿Las razones? Se trata de un buen negocio.
Así lo atestigua Luis Sabbatini, gerente de producción de Sastre Inchauspe (SISA), una empresa familiar que siembra unas 900 hectáreas de girasol en la zona de Pehuajó y Trenque Lauquen, y otras 300 en General Lamadrid. “En primer lugar, hacemos girasol por la consistencia de altos márgenes que se obtienen. Con un rinde de 32,8 quintales por hectárea en los últimos cinco años se han alcanzado márgenes brutos de 570 dólares por hectárea en el oeste de Buenos Aires”, comenta el ingeniero agrónomo, uno de los protagonistas del taller técnico que ASAGIR (Asociación Argentina de Girasol) realizó días atrás en Pehuajó y Carhué.
“Tiene un bajo coeficiente de variación en rendimientos y eso es muy bueno para el negocio. Además, siempre ha mostrado una tendencia sostenida de incremento en los márgenes brutos”, explica y muestra los cálculos realizados por la empresa. En términos de rédito económico, los números lo ubican por encima de todos los cultivos, excepto del doble cultivo trigo/soja de segunda que presenta un margen bruto de 630 dólares por hectárea (ver gráfico).
“Tenemos medido además un plus promedio de 300 kg/ha en la fina (trigo o cebada) posterior al cultivo de girasol respecto del antecesor soja. Es totalmente complementario con los cultivos de fina y también con la tecnología de cultivos de servicios, que es clave en nuestra estrategia porque ha generado un fuerte impacto en la estabilidad del modelo agrícola”, agrega Sabbatini.
Para el asesor del CREA Del Tuyú, Gastón Therisod, también es clave planificar con precisión dónde se va a realizar el cultivo. “Hay que tener muy en claro en qué tipo de suelo se está sembrando (sobre todo el contenido de arena) para poder presupuestar el potencial de rinde del girasol”. El técnico fue otro de los especialistas que pasaron por el taller de actualización técnica de ASAGIR y dejaron recomendaciones útiles para sacarle mayor provecho al cultivo.
“El cultivo no solo tiene que rendir bien, sino contar con alto contenido de materia grasa para lograr una buena bonificación, y un fuerte perfil sanitario. Estos dos datos son claves al momento de elegir los híbridos”, señala el especialista. Sabbatini asiente y añade que para la selección del material a sembrar se nutren mucho de los datos generados por los CREA de 30 de Agosto-Mari Lauquen y Oeste Arenoso, a los que se suma la Red Nacional de Cultivares de Girasol.
Respecto a la densidad de siembra, Therisod aclaró que lo ideal para alcanzar altos rindes es lograr entre 45 o 55 mil plantas. “Es muy importante la distribución espacial uniforme de las plantas. El rendimiento se ve afectado paulatinamente cuando aumenta la desuniformidad espacial. Y quienes tienen la posibilidad de hacer siembra variable, en muchos casos implica un ahorro y una mejora de la renta del negocio porque te permite bajar el consumo total de semillas y no tener mucha densidad en las superposiciones”, argumenta. Por su parte, el responsable agronómico de SISA cuenta que la práctica habitual en la empresa es sembrar en surcos a 52 centímetros de distancia.
En cuanto a fertilización, Sabbatini comenta que siempre usan arrancador con fósforo, pero que no encuentran respuesta consistente en rinde al agregado de urea. La postura de Therisod en cambio es seguir haciendo algunas franjas con urea, sobre todo para ver si en el lote hay respuesta al nitrógeno. También es un claro defensor del fósforo: “Es más que nada para que el cultivo nazca bien. No siempre tiene una respuesta final en rendimiento, pero siempre aporta para lograr un cultivo de mejor calidad, nace más rápido y genera una mejor competencia frente a las malezas”.
Sobre este tema, el asesor de CREA focaliza específicamente sobre Yuyo colorado, que en los últimos tiempos lidera el ranking de malezas problemáticas a lo largo de todo el país. Para su control, o al menos reducción de daños, recomienda el uso de sulfentrazone. Por su lado, en los campos de SISA exhiben orgullosamente que casi no haya incidencia de esa maleza. “Somos muy exigentes en la limpieza de los barbechos. Solemos usar híbridos con tecnología CL o CL Plus, pero finalmente no siempre aplicamos el herbicida posemergente correspondiente. Es que realmente no hace falta, por la buena limpieza que hemos conseguido en los lotes a lo largo de los años”, aclara.
Therisod aporta que es muy importante poner atención a la fecha de cosecha para evitar demoras que puedan ser contraproducentes. “Hay aspectos fenológicos del cultivo que engañan. Y si hay mucha superficie de girasol, el retraso puede hacer que se termine cosechando demasiado seco y se estén perdiendo kilos”, afirma.
Por último, para Sabbatini todavía hay cuentas pendientes que el girasol debe atender para lograr que los productores apuesten a una mayor superficie de siembra. “Por un lado, debería haber mejoras genéticas vinculada al rinde (o al menos, un descenso en las enfermedades)”, analiza el asesor. El otro ítem está relacionado con mejoras en los aspectos comerciales que rodean al cultivo: “Se debe mejorar la continuidad de la oferta de forward a cosecha por parte de la industria a lo largo del año, y eventualmente también un mercado de futuros”, finaliza.