Se trata de gramíneas y leguminosas que, además de proteger el suelo contra la erosión e incorporar carbono y nutrientes al sistema, reducen hasta un 60 % la densidad de malezas. Especialistas del INTA analizan los primeros resultados de los ensayos.
En el sudeste bonaerense, la inclusión de cultivos de servicios en los sistemas agrícolas tradicionales es materia de discusión entre los productores. Sin embargo, ensayos realizados por especialistas de la Unidad Integrada Balcarce (INTA y Facultad de Ciencias Agrarias), junto con técnicos de las regionales Necochea y Juan Manuel Fangio de Aapresid, demostraron que la incorporación de gramíneas y leguminosas reduce hasta un 60 % la densidad de malezas y ayuda a incorporar nutrientes y proteger el suelo.
En términos generales, en el ámbito agropecuario hay un gran consenso sobre las malezas y su desarrollo a la resistencia y tolerancia de productos químicos: los actuales sistemas de producción agrícola modificaron las comunidades de malezas mediante la simplificación del manejo.
Esta situación, difícil de sobrellevar, generó la necesidad de evaluar tecnologías alternativas que posibiliten la obtención de altos rendimientos sin descuidar la sustentabilidad del sistema y el ambiente.
Frente a esto, investigadores de la Unidad Integrada Balcarce (INTA y Facultad de Ciencias Agrarias) junto con Guillermo Divito y Germán Berg –técnicos de Aapresid– realizaron un ensayo a campo para comprobar si la incorporación de gramíneas y leguminosas reduce la densidad de malezas y ayuda a incorporar nutrientes y proteger el suelo.
Pablo Barbieri, especialista en producción vegetal y uso eficiente de los recursos del INTA Balcarce, pone énfasis en los servicios que brindan estos cultivos: “Además de proteger el suelo contra la erosión, incorporan nutrientes al sistema, reducen la presión de las malezas y podrían ayudar a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero y la lixiviación de nutrientes a las napas”, señaló.
Luego de dos años de evaluación y según los datos recolectados, Barbieri advierte que la especie o mezcla a utilizar en la implantación de un cultivo de servicio debería definirse según los beneficios que demande el sistema.
“Los resultados obtenidos con avena, centeno y triticale fueron satisfactorios, ya que se implantaron con facilidad, en una ventana de siembra amplia (otoño e invierno), aportaron gran cantidad de residuos y su secado o terminación al final del ciclo fue sencilla”, expresó Divito y agregó: “En el caso de esas gramíneas, no sólo compitieron bien con las malezas, sino que lograron reducir la densidad (cantidad) y de la riqueza (número de especies)”.
Durante el ciclo agrícola 2017/2018, en un lote ubicado en el límite entre Balcarce y Lobería, se produjeron reducciones en la densidad de las malezas de hasta el 69 %, en comparación con el tratamiento de barbecho químico y sin cultivo de servicio. “Estos resultados nos demuestran que es posible reducir la cantidad de especies de malezas respecto del barbecho, modificando también la densidad relativa de cada una de ellas”, analizó Valeria Gianelli, especialista en control de malezas del INTA Balcarce.
Todo parece indicar que esta estrategia es beneficiosa para la competencia con malezas, debido a que la cobertura temprana del suelo puede impedir o retrasar el nacimiento y crecimiento de algunas malezas de ciclo otoño-inverno-primaveral.
En cuanto a las leguminosas, la vicia es un cultivo interesante por su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico. “Dado que requiere mayor temperatura que las gramíneas para crecer, es fundamental sembrarla temprano (entre mitad de febrero y mitad de marzo para la zona) a fin de que logre un buen crecimiento otoñal”, manifestó Hernán Panaggio, especialista en control de malezas del INTA Balcarce.
Asimismo, Panaggio puntualizó que la disponibilidad de herbicidas para controlar malezas en el cultivo de vicia es acotada, por lo que se debe sembrar en lotes limpios. “Lograr una adecuada implantación es determinante para mejorar la capacidad del cultivo de competir contra las malezas”, indicó y agregó: “Pruebas realizadas con distintos herbicidas y mezclas mostraron que la terminación o secado del cultivo es sencilla”.
En cuanto al efecto de los cultivos de servicios sobre las propiedades del suelo, Divito aseguró que “en el corto plazo no se observaron cambios importantes en la densidad aparente, la resistencia mecánica a la penetración y la tasa de infiltración”.
Sin embargo, pudieron determinar cambios en la disponibilidad de nutrientes, principalmente nitrógeno y azufre. Al momento de la siembra de los cultivos de verano, la cantidad de ambos nutrientes fue mayor cuando el cultivo de servicio fue vicia que cuando fue avena o testigo sin un cultivo previo. “Esto afectó los rendimientos de los cultivos subsiguientes”, afirmó Barbieri.
De acuerdo con Barbieri, la vicia fue el mejor antecesor para maíz, mientras que la avena mostró reducciones en rendimiento dado que la calidad del residuo produce inmovilización de los nutrientes. Para el caso de soja, la avena fue el mejor antecesor, mientras que la vicia produjo reducciones del rendimiento.
Articulación técnica
Con el objetivo de seleccionar temas estratégicos para proyectar trabajos en conjunto, referentes de las asociaciones y entidades agropecuarias que integran el Consejo Regional del Centro Regional Buenos Aires Sur del INTA aunaron esfuerzos para generar conocimiento, integrar capacidades y competencias y hacer un uso más eficiente de los recursos.
Marcos Rebolini, representante de CREA en el Consejo, señaló que “las expectativas están puestas en profundizar aún más la relación entre las instituciones”. Y agregó: “Creemos que el camino hoy es trabajar juntos para que el conocimiento generado sea compartido y así lleguemos de una manera más eficiente al territorio”.
Esteban Ezcurdia, director del Centro Regional Buenos Aires Sur del INTA, destacó la institucionalidad en el desarrollo de esta iniciativa debido a que constituye una fortaleza que reduce las incertidumbres y favorece el fortalecimiento y consolidación de las articulaciones que emergen localmente, en los entornos de las agencias de extensión y los grupos de investigación.
En 2019, el Consejo buscará fortalecer su rol institucional y de gestión. Así, la Mesa de Articulación se presenta como espacio técnico-operativo que complementa su función. “Trabajaremos en la identificación de temas instalados con mucha demanda, buscando generar un marco consensuado de trabajo”, expresó Oscar Bianchi, representante de la Sociedad Rural Argentina y presidente del colectivo”.
El Consejo Regional Buenos Aires Sur del INTA está integrado por representantes de las entidades y asociaciones del sector y organismos de ciencia y técnica de la región.