Según los objetivos de producción (consumo local o exportación), habrá que prestar atención a los detalles que marcan la diferencia y permitirán mayores rentabilidades en el trabajo.
Para producir heno de alfalfa de calidad se debe prestar atención a una serie de prácticas, desde el establecimiento del cultivo hasta el enfardado/enrollado y el almacenaje final de producto, según destacan los Ing. Daniel Basigalup y Gastón Urrets Zavalía, del INTA Manfredi, en un trabajo presentado recientemente en la 10º Jornada de Forrajes Conservados.
Entre los prácticas más relevantes a mejorar hacen hincapié en lo que respecta a densidad de siembra, control de malezas y elección de cultivares acordes.
Es esencial trabajar a una densidad de siembra entre 10 a 15 kg/hs de semilla desnuda y a una profundidad adecuada para lograr una población de plantas (stand) densa y vigorosa. “La profundidad de siembra es crítica”, destaca el informe, al tiempo que destaca los niveles de desarrollo/emergencia. De 0.6 cm a 1.3 cm, hay una emergencia promedio del 60%. De 2.5 cm, la emergencia es de 48%, y de 5-6 cm resulta casi inefectiva, con tan solo 2% de emergencia.
Destacan también que la siembra debe realizarse en el momento óptimo (típicamente en el inicio del otoño).
Un control efectivo y temprano de malezas es fundamental también. Los profesionales subrayan que se debería tener el lote libre de malezas por lo menos durante los primeros 60 días, ya que la alfalfa es más susceptible a la competencia durante el estado de plántula. “Las malezas no solo reducen la calidad del forraje sino que también afectan la densidad y el vigor del cultivo”, remarcan.
En lotes ya establecidos, el control de las malezas también es importante para producir forraje de alta calidad, ya que las malezas no son tan nutritivas como la alfalfa; en algunos casos pueden causar problemas físicos en la boca de los animales y pueden resultar tóxicas o conferir sabores desagradables a la leche.
En cuanto a la elección de cultivares, en el trabajo presentado en las jornadas durante el mes de mayo, los profesionales del INTA también remarcaron que un cultivar adaptado, con alto potencial de rendimiento y resistencia múltiple a plagas y enfermedades, puede persistir por más tiempo y es más competitivo contra malezas.
El costo oculto
Desde el INTA remarcan la necesidad de prestar atención a esta serie de prácticas productivas que posibilitarán hacer números más finos a nivel interno, ya que también hay “costos ocultos” de la alimentación en nuestro ganado que deben mejorarse. Desde la Experimental de Manfredi resaltan que este costo oculto llega a los 150.000 $/año, analizando un tambo medio de 157 vacas en ordeño, con 23 KgMS/vaca/día y 13% heno.
Mucho por trabajar en la calidad de heno para exportación
Entre las principales razones de pérdidas de calidad en la henificación en el mercado argentino destacaron: PB: 15% / FDN: 56% / FDA: 44% / EM: 1,90 Mcal EM
Y si se tiene en cuenta la calificación de heno en alfalfa en EE.UU (ver cuadro), la calidad argentina está bastante por debajo de lo que necesita el mercado internacional.
Necesidad de cambio para aprovechar las oportunidades mundiales
Según información aportada en el trabajo de Basigalup y Urrets Zavalía, la evolución del comercio mundial de heno desde el 2008 al 2017 creció en toneladas y millones de dólares a un ritmo acelerado. Pasó de las 5.660.000 toneladas producidas, a un promedio de 1.750 dólares por tonelada, a más de casi 8.400.000 toneladas en 2017 a un valor promedio de $2.638 dólares, lo que significó un incremento de casi 50% en el volumen comercializado a nivel mundial.
Por otra parte, el negocio del pellet de alfalfa en el mundo ha sido en 2018 de 1.3 Millones de toneladas, comercializadas por 322 millones de dólares.