La virginiamicina beneficia la salud ruminal y hepática y, con ello, la productividad del ganado. Un equipo de investigadores hizo un ensayo combinándola con monensina en raciones de alta energía y halló que los novillos pesados consumieron 400 gr/día menos y produjeron carcasas de igual peso que incorporando cada ingrediente por separado. Una oportunidad para afrontar mejor el negocio del feedlot.
La virginiamicina es un producto muy utilizado en la ganadería intensiva a nivel mundial, mezclado en la ración, junto con la monensina, aunque en la Argentina su uso todavía no está tan extendido. El objetivo de ambos aditivos es mejorar la salud ruminal y, en el caso de la virginiamicina también la salud hepática, a fin de favorecer la performance de los animales en el feedlot. El INTA firmó un convenio con Phibro Salud Animal, la empresa dueña de esta tecnología, para generar información y conocimientos aplicables a la producción local, buscando contribuir a mejorar la eficiencia y la competitividad de la ganadería intensiva.
“No se apunta meramente a que los animales terminados con dietas de alta concentración energética produzcan más, sino que lo hagan como consecuencia de una mejora en su salud y bienestar”, dijo a Valor Carne la Dra. Irene Ceconi, del INTA Villegas, quien llevó adelante el estudio junto a un amplio equipo de especialistas del país y del exterior.
Según la bibliografía internacional, del 20 al 30% de los animales confinados presentan abscesos hepáticos, que reducen su productividad. En tal sentido, las pérdidas reportadas en el feedlot, de hasta el 11% de la ganancia de peso diaria, serían mucho más relevantes que el decomiso de los hígados durante la faena. En concreto, el que más sufre esta problemática es el productor.
¿Por qué se producen abscesos? Las dietas de alta concentración energética, utilizadas durante la terminación a corral, fermentan rápidamente y si no se les da tiempo a los animales para que la microflora del rumen se adapte, se genera un pH muy bajo que termina lesionando las paredes ruminales. Entonces, hay microorganismos que pueden escapar de ese ambiente, alcanzar el torrente sanguíneo y llegar al hígado. Una de esas bacterias es el Fusobacterium necrophorum, el principal agente causal de abscesos hepáticos.
“Los abscesos son una muestra clara de que estamos haciendo algo mal, que está generando esa infección; el hígado tiene que estar sano para que el animal alcance su potencial productivo”, aseveró la especialista.
Monensina & virginiamicina
La idea del trabajo del INTA Villegas-Phibro fue evaluar la utilización de la virginiamicina combinada con la monensina, a las dosis autorizadas. “Queríamos ver si esta estrategia podría mejorar los resultados con respecto al uso de la monensina sola -que ya está instalada en nuestros sistemas productivos, pero trabaja principalmente sobre la salud ruminal- y de la virginiamicina por separado, que cubre además la salud hepática”, planteó Ceconi.
Si bien existen antecedentes, sobre todo estadounidenses y brasileños, referidos al uso combinado de estos productos, la originalidad del trabajo del INTA Villegas fue la evaluación simultánea de los efectos sobre el consumo del animal, la ganancia de peso y el pH ruminal, a nivel de feedlot, y de la ocurrencia de lesiones ruminales y de abscesos hepáticos en la planta de faena.
¿Por qué combinar los aditivos? “Por un lado, los dos atenúan o inhiben el crecimiento de las bacterias productoras de ácido láctico, que tiene capacidad para reducir el pH a nivel ruminal y generar acidosis, además de actuar sobre otras que causan trastornos en el hígado. Adicionalmente, la virginiamicina tiene efecto específico sobre Fusobacterium que, como se comentó antes, es el principal responsable de los abscesos hepáticos. Entonces, la hipótesis sería que incorporando ambos se potenciaría su accionar, ya que se complementarían”, explicó.
Asimismo, los dos aditivos producen otros cambios en la microflora del rumen que impactan en la eficiencia del engorde. “Se incrementa la concentración de ácido propiónico, que ejerce un efecto controlador sobre el consumo de alimento. También se reduce la producción de ácido acético y, por lo tanto, la liberación de hidrógeno y de dióxido de carbono. Eso, en teoría, podría disminuir la producción de metano”, señaló Ceconi, indicando que existe bibliografía que sustenta estas conclusiones.
Del ensayo
La experiencia se llevó adelante durante cien días, con 144 novillitos Aberdeen Angus, negros y colorados, tipo exportación, que ingresaron al corral con 330 kg promedio y salieron con cerca de 470 kg.
Se compararon tres dietas de engorde: una testigo, con monensina (30 ppm), que representó el modo de uso habitual del productor, otra con virginiamicina (25 ppm) y una tercera con monensina (30 ppm) más virginiamicina (25 ppm). “Como se previó que las diferencias entre tratamientos serían moderadas, por no haberse incluido una alternativa sin aditivos, hicimos ocho repeticiones, más que en otros ensayos, para garantizar la confiabilidad de los datos”, pormenorizó.
La dieta base era la misma en todos los tratamientos: 75% de grano de maíz seco partido, 18% de silaje de maíz y algo de suplemento proteico, minerales y vitaminas. “La ración tenía una concentración energética importante, que podría generar disturbios digestivos, para poder evaluar mejor sus efectos”, comentó Ceconi, advirtiendo que se hizo un adecuado acostumbramiento a las dietas.
El ganado se alojó en 24 corrales y a dos animales de cada uno se les colocó un bolo, por vía oral, que llevaba un sensor para medir el pH ruminal, cada diez minutos. A su vez, este dispositivo estaba conectado con una antena colocada en el feedlot, que mandaba la información a la nube.
“Desde ahí, podíamos acceder de forma remota y ver qué estaba pasando con el pH en forma individual, porque cada bolo estaba identificado con un animal. Además evaluamos las variables productivas habituales, consumo, ganancia de peso, conversión, entre otras. Luego en el frigorífico, se obtuvo el peso de las carcasas y se recuperaron los bolos, los rúmenes y los hígados”, agregó.
La faena se realizó en el frigorífico Carnes Pampeanas, cuyo personal colaboró activamente. “Cuando íbamos a asistir nos sacaron los permisos de circulación, por el covid-19, así que las identificaciones las hicieron los propios operarios, sólo tuvimos un par de llamadas en conferencia para ajustar la logística y el protocolo. La verdad es que su profesionalismo es para destacar”, resaltó Ceconi.
La unión hace la fuerza
Desde el punto de vista productivo, la combinación de virginiamicina con monensina redujo el consumo de los animales en 400 gramos diarios, en promedio, respecto de los que recibieron uno u otro aditivo. A pesar de ello, las ganancias de peso diarias fueron similares. “Pudieron ganar lo mismo a expensas del menor consumo, lo cual se tradujo en una mejora en la eficiencia de conversión muy significativa, de alrededor del 9%. Es un gran ahorro”, subrayó Ceconi.
A su vez, los animales que recibieron monensina y virginiamicina por separado tuvieron igual consumo (9,2 kg/día), aunque fue mayor que el de aquéllos a los que se le suministró la combinación de ambos aditivos (8,8 kg/día).
Como resultado, el peso de las carcasas (270 kg) fue similar entre tratamientos, a diferencia de ensayos publicados en EE.UU. y Brasil, que muestran un plus de entre 4 y 5 kg a favor de la mezcla de aditivos.
En cuanto a la salud, no hubo diferencias significativas entre tratamientos en niveles de pH, lesiones ruminales ni abscesos hepáticos.
“Lo que sí observamos, que no es un detalle menor, es que los animales que consumieron sólo monensina, y que tuvieron lesiones ruminales, fueron más propensos a desarrollar abscesos hepáticos, que los que presentaron rúmenes sanos. Esta asociación no se registró en los que recibieron virginiamicina sola o la combinación de ambos”, reveló.
“Sin embargo, el 24% de los hígados, tuvo al menos un absceso, aún en situaciones controladas como este ensayo. Si bien las infecciones fueron muy bajas en comparación con las reportadas en los Estados Unidos, estos datos son una llamada de atención. Hay espacio para mejorar, no solo en lo que hace a la formulación de la ración sino en el manejo de la alimentación. En el corral no está todo dicho”, concluyó Ceconi.
Fuente: Valor Carne
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