Inseminación artificial a tiempo fijo (IATF) en 7000 vacas, todo el rodeo con chips que permiten registrar los datos productivos de cada animal, recría y terminación de toda la producción, cabaña de Braford, Brangus y Polled Hereford… y la lista continúa. Planteos de punta caracterizan la producción ganadera de Cosufi SA.
La empresa desarrolla actividades agrícolas y ganaderas de carne y leche con base en Diego de Alvear, en el sur de la provincia de Santa Fe. En diálogo con LA NACION, Gustavo Casagrande, gerente de producción de la firma, y César Cuello, encargado de la cría y de la cabaña, explican que “todas las actividades de la empresa buscan romper techos de productividad”.
Por ejemplo, en la campaña agrícola anterior a la seca se cosecharon 13.800 kg/ha de maíz; 6010 de trigo y 3500 de soja de segunda. En ganadería de carne desarrollan inseminación artificial a tiempo fijo en 7000 vientres provistos de chips electrónicos que permiten registrar todos los datos de producción a lo largo de la vida del animal.
Ganadería de punta
En el campo “La Catalina” se desarrolla un planteo ganadero de ciclo completo y cabaña sobre los suelos no aptos para la agricultura, clase IV, V y VI. En los sectores mejores implantaron pasturas de alfalfa y festuca; en los intermedios con riesgo de encharcamiento, hay consociaciones de festuca y agropiro, y en los inferiores, con posibilidad de retención de agua, optaron por el agropiro puro.
Las 7000 vacas del rodeo tienen acceso a las pasturas de loma, media loma, bajo y campo natural, lo que les permite mantener una condición corporal de 3,5 como promedio, que permite una preñez del 90-92% y un destete del 84-85%.
“Durante muchos años el servicio fue natural. Pero en 2015 comenzamos a probar la IATF sobre 800 vientres y observamos que los terneros llegaban al destete con 240 kilos en vez de los 190 que se obtenían con el servicio de toros generales”, recuerda Cuello.
Esa comprobación los llevó a generalizar la IATF a todo el rodeo de 7000 vacas. “De los 50 kilos de diferencia al destete, una proporción importante provino de la mejora genética. Otra parte fue consecuencia del mayor porcentaje de ‘cabeza’ de parición que se logra con la inseminación. En la Catalina, el 85% de la parición es cabeza”, afirma Casagrande.
Otra razón de la diferencia de peso al destete fue el servicio más temprano. “Adelantamos la inseminación 15 días: desde el 15 de septiembre hasta el 15 de diciembre, tras lo cual se hace un repaso con toros”, completa el encargado de la cabaña.
¿Se pierden terneros movilizando 7000 vacas para inseminar? La respuesta de Cuello es negativa, siempre que se disponga de personal idóneo. En el campo, la técnica se implementa sobre la base de tres pilares: capacitación del personal, bonificaciones por metas cumplidas (por ejemplo, pérdidas de terneros menores al 7%) y divulgación de la información de los logros. Cuello maneja 24 personas para la cría y cabaña, que conforman un verdadero equipo de trabajo.
“Al principio sufrimos algún aguachamiento de terneros, pero hoy no existe porque movilizamos despacio los rodeos hacia los corrales y trabajamos con cuatro mangas simultáneamente. En cada una de ellas se llevan varias tropas a la mañana y a la tarde, de acuerdo a un protocolo establecido”. explica quien organiza la inseminación para que se concrete en 30 días. Además, antes de entrar a servicio las vacas reciben un refuerzo en su alimentación.
Cuando hay terneros con problemas se los lleva a una guachera. “Cuando los recorredores ven un ternero con la trompa seca, abandonado por su madre, le dan calostro en el momento y es levantado por una camioneta que lo lleva a una guachera con corredera, estacas y baldes en las puntas, donde se salvan 200 terneros por año”, explica Casagrande. Las vaquillonas reciben servicio a los 15 meses con 350 kilos, también con IATF. Con las vacas de primera cría aprovechan las mejores pasturas.
Vacas con currículum
En la Catalina el 100% de la hacienda está “chipeada”, lo que permite registrar sus datos productivos. Es decir, mediante un botón electrónico reutilizable y un bastón se puede “leer” la historia individual de cada animal. “Empezamos de a poco con el chip electrónico en la cabaña, para llevar la información genética de los terneros (padre, madre, etc.). Luego integramos la información generada con un programa que recopila la datos fenotípicos, la información de servicios, partos, etc. de cada animal”, rememora Cuello.
Así, para todos los terneros que nacen, hay cuatro grupos a caballo provistos del bastón lector que pesan y registran los datos de cada animal y de la madre, lo que asegura su trazabilidad. “El chip electrónico y el programa permiten determinar, por ejemplo, cuantas vaquillonas quedan preñadas al primer servicio, de acuerdo sus progenitores; así se puede seleccionar por precocidad y fertilidad”, se entusiasma Casagrande.
“Con estas herramientas pudimos determinar que estábamos usando una línea de toros que iba a la inversa de lo buscado en estos rasgos. Entonces, al tener más información no vamos a ciegas en la elección de los reproductores por incorporar. En un servicio natural de 7000 vacas, 5 toros malos pasan desapercibidos; con IATF y chips, los problemas se ven enseguida y se descartan los toros inconvenientes”, completa.
Con vacas de buen fenotipo y con los datos individuales de eficiencia productiva, en La Catalina se buscó que el peso del ternero en el momento del destete sea el 60% del peso adulto de la madre. Este requisito exige trabajar con vacas de tamaño moderado y mucha habilidad materna.
“El proceso de mejoramiento genético es como una escalera: inicialmente en el campo buscamos reducir el frame de las vacas con toros con esa característica. Luego se incorporaron reproductores capaces de dar novillos con más carne y hueso, mochos, con prepucio correcto, etc. Santiago Debernardi conoce lo que se busca en La Catalina y fue proponiendo los toros para disminuir el frame y para incorporar otros rasgos productivos positivos, como seleccionar hacia un rodeo intermedio, que permita engordar un novillo pesado para exportación o liviano para consumo interno, de acuerdo a las cambiantes condiciones del mercado argentino”, sintetiza Casagrande.
Recría y terminación
A fines de febrero-marzo se desteta el 100% de los terneros. Los machos van a recría en pasturas, verdeos y silo de maíz o directamente a un feedlot propio. Se dejan enteros 700, de los cuales se separan 200 para reponer los toros propios de repaso y para venta. Los 500 restantes también van al feedlot con los castrados. Habitualmente el macho entero joven tiene 10% de mejor conversión que el capado, aunque puede generar problemas de monta en los corrales. El precio puede ser igual al del novillo en momentos de escasez en el mercado o 2-4% menor cuando está bien abastecido. Se puede vender gordo con 330 kilos o más porque no se engrasa.
En la cabaña se seleccionan toros y vaquillonas de raza Braford, Brangus y Polled Hereford para producción propia, principalmente de toros para repaso. A la histórica raza Hereford, con algunos problemas de ojos y patas, se le agregó Braford, con mayor rusticidad y adaptación a los lotes destinados a la cría. La raza Brangus se desarrolló principalmente para ofrecer otra alternativa a los compradores.
Agricultura de punta
La agricultura de La Catalina apunta a altos rindes sostenibles. Superó los 13.000 kilos por hectárea de maíz y 6000 de trigo en la campaña previa a la seca. Dos pilares de estos resultados son la rotación de cultivos y la ambientación de los lotes con agricultura digital. “Tomamos muchas muestras de suelo de cada lote, en las que se analiza nitrógeno, fósforo, boro, magnesio y zinc. Con esa información, más los datos de producción, mapas de rendimiento y otras herramientas ambientamos los lotes”, describe.
“Utilizamos sembradoras de última generación y definimos el híbrido y la densidad de siembra para cada sector del lote. También incorporamos la urea en vez de distribuirla al voleo, porque medimos diferencias de 15% entre ambas opciones. Si se aplica en cobertura y pasan 20 días sin llover se pierde mucho nitrógeno”, alerta Casagrande.
Las densidades de siembra son altas: hasta 92.000 plantas por hectárea en los sectores mejores y 70.000 en las lomas. Estas tecnologías permiten alcanzar rindes muy altos: hace tres años se cosecharon 17.600 kilos de maíz por hectárea en 600 hectáreas, con áreas de 20.000 kilos.
En la Catalina se cosecha el maíz con 20-22% de humedad a fin de febrero para evitar vuelco y caída de espigas, y obtener mejores precios que a fines de marzo, cuando la cosecha se generaliza. Se seca en una planta de acopio propia. Para abastecer a los feedlots se trilla con 30% de humedad.
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