¿Por qué no se producen más terneros en Argentina? En el país de la carne, el destete de terneros es de 65% contra niveles que superan el 80% en otros países productores. Eso quiere decir que en promedio aquí nacen y se destetan 65 terneros por año de un plantel de 100 vacas, unos 15 menos que en otros territorios ganaderos del mundo.
¿Por qué? La pregunta es pertinente. Un incremento de 10 puntos porcentuales en el destete implicaría una oferta adicional de 2,2 millones de terneros, que si luego en la faena dieran un promedio de 240 kilos de carne, permitirían obtener un incremento en la producción de 530 mil toneladas res con hueso.
Así se resolvería el problema del faltante de carne y entonces no habría excusas para impedir las exportaciones, como suele suceder, como pasa ahora.
Si bien desde el gobierno muchas veces se dice que la escasez de carne es consecuencia de la falta de eficiencia productiva, pesan más otras variables que tienen que ver con las condiciones políticas y económicas en las que se produce.
El analista Diego Ponti, de Az Group, cree que la respuesta a ese interrogante tiene que ver con múltiples factores, algunos endógenos y otros exógenos, y que se condicionan entre sí.
“La vaca se preña por la boca. Para lograr eso tiene que llegar al servicio en buen estado corporal”, arrancó Ponti. Esa es una de las principales condicionantes endógenas: la disponibilidad de forraje en cantidad y calidad y a su vez el manejo adecuado del alimento y del cuidado también sanitario del rodeo para lograr un incremento en la cantidad de terneros.
También están los factores externos. Entre ellos el clima sin dudas juega un rol fundamental. Pero además y por sobre todas las cosas, el mayor condicionante es el precio, la rentabilidad y las perspectivas de que la actividad seguirá siendo un buen negocio.
“A la hora de tomar la decisión de invertir, el criador mira el precio y luego si se tiene pasto o no. Cuando miramos para atrás son pocos los ciclos de buenos precios y rentabilidad en el negocio y cuando los hubo duraron poco tiempo”, señaló Ponti.
Para el analista, entonces, la inestabilidad económica y la falta de certezas respecto de la actividad -como consecuencia de las múltiples intervenciones de los gobiernos en los mercados- provocan que “la cría sea considerada como una actividad de tenencia, que a su vez tiene que ver con estrategia de planeamiento fiscal. Así el objetivo está en tener vacas por estrategia fiscal y no productiva”, explicó.
En busca de probar estas percepciones, en Az Group que modelizaron la actividad para un campo de cría en la Cuenca del Salado.
En el sistema de baja inversión, donde se paga poco de alquiler, se trabaja sobre pasto natural y el destete es de 60/65%, se obtienen 70 kilos de carne por hectárea.
En tanto en el modelo de mayor inversión, donde se obtienen 140 kilos por hectárea, el productor “debe dedicarse a la cría, invertir, asumir más riesgo y eso rinde cuando hay previsibilidad y no tengo amenazas de cierres de exportaciones, por ejemplo, que hacen que el invernador pague menos por el ternero porque no sabe si va a vender el novillo”.
Como esta es la situación, entonces, “el criador dice vamos al modelo básico con bajo riesgo”.
La cría requiere de perspectivas positivas y estabilidad económica, todo lo que le falta a la economía local. “Hoy la foto es buena, pero nadie está seguro de que seguirá siendo así. Hay mucho riesgo por delante y eso hace titubear a los criadores y por eso no llegamos al destete del 80%/90% que tienen otros países como Estados Unidos o Canadá”, razonó el especialista.
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